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Por cierto, necesitáis una valoración crítica de Bécquer: podría valer la que hicisteis en el examen -colgaré la mejor que encuentre lo antes posible-. No obstante os dejo a continuación unos documentos cuya lectura y resumen dan lugar a una inmejorable valoraciíon crítica de la obra del siglo XIX que habéis leído.

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DOCUMENTOS PARA UNA VALORACIÓN CRÍTICA DE "Rimas", BÉCQUER
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BÉCQUER (1837-1871)
LAS RIMAS


Al morir Bécquer, no había publicado más que un pequeño número de rimas en la presa de la época. Al año de su muerte, 1871, sus amigos recopilaron y publicaron sus obras en dos tomos, prosa y verso, respectivamente. Ésta es la edición princeps o la primera que salvó del olvido la voz de Gustavo Adolfo Bécquer. Los poemas incluidos en esta primera edición son, en general, los mismos que aparecen escritos de propia mano del poeta en un grueso cuaderno, tipo libro de actas. Este manuscrito autógrafo se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. Sobre la cubierta de tela negra hay pegada una etiqueta en la que Bécquer escribió: Libro de los Gorriones. Gustavo Adolfo D. Bécquer. Junio de 1868. En este libro, además de otros trabajos literarios, reconstruyó las Rimas que había entregado en otro manuscrito a su amigo y protector el ministro González Bravo, para su publicación. Este primer manuscrito había desaparecido al asaltar las turbas la casa del ministro cuando cayó su gobierno. En la edición de los amigos del poeta, éstos alteraron por completo el orden en que aparecen las Rimas en el Libro de los Gorriones y las numeraron en romanos, que es la disposición y numeración que se ha hecho tradicional.
Las Rimas de Bécquer son ochenta y siete, en su mayoría, breves poemas de una, dos o tres estrofas, en los que predominan los de cuatro versos, endecasílabos y heptasílabos combinados, en asonancia alternante en los pares . La característica más destacada en cuanto a la métrica es que tienen un carácter indiscutible de poesía culta, pero siguen los cauces de las formas líricas tradicionales en cuanto a rima y brevedad.

Bécquer había distinguido dos tipos de poesía en su época:

• Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y del arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura.

• Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye, y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. (Esta última es la poesía de Bécquer)


Lo primero que destaca en el lenguaje de las Rimas es su escasez de adjetivos. También fue parco en el uso de metáforas y otros tropos. No hay oscuridad en su poesía. Sí utiliza, en cambio, con frecuencia la anáfora y, en general, muy ricas y diversas estructuras paralelísticas, tanto sintácticas como semánticas. También aparece con frecuencia el hipérbaton. Bécquer huye de la poesía narrativa y retórica tan frecuente en su tiempo. No hay narración en las Rimas, aunque sí descripción. Lo que constituye el centro lírico de sus poemas es su sentimiento; lo demás es lo circunstancialmente mínimo para que se comprenda la expresión de su sentir. El secreto de la profunda impresión que ha causado la poesía de Bécquer es ese saber decir, íntimo y confidencial, sin retóricas huecas ni pretensiones de brillantez, intentando expresar su sentir clara y exactamente, con los mínimos elementos necesarios.


Siguiendo el orden de las Rimas, tal como lo establecieron sus amigos en la primera edición, se han establecido cuatro series temáticas sucesivas y fundamentales:
# Primera serie: rimas I-XI, tema dominante, la poesía misma.
# Segunda serie: rimas XII-XXIX. El tema del amor como fuerza positiva del universo.
# Tercera serie: rimas XXX.LI, el tema del desengaño.
# Rimas LII.LXXVI. domina un sentimiento de dolor insondable, de angustia desesperanzada y solitaria, y da hastío.

Se ha dicho que las Rimas son la historia de un amor desgraciado. En efecto, los temas dominantes son la búsqueda del tú amoroso y la confrontación y el antagonismo entre el tú de la amada y el yo del poeta. Como aspectos parciales, el tú de la amada se concreta en poemas en los que se canta su belleza, dormida o despierta, aunque también en otros, la mujer fatal, engañadora, cínica o estúpida. El yo del poeta se concreta en poemas en los que aparece ilusionado y enamorado o dolorido, hastiado y decepcionado.



CONEXIONES CON LA MODERNIDAD.

1. La actitud ante el presente.-

Es este el primer punto de contacto entre Bécquer y el núcleo de poetas europeos del s. XIX que comienzan en nuestra cultura occidental el tránsito hacia la modernidad poética (Poe, Mallarmé, Baudalaire, Rimbaud, etc...). En todos estos autores hay una oposición al progreso (no olvidemos que estamos en los albores de la Revolución Industrial) por su cualidad de uniformador de la cultura y negador de la espiritualidad del hombre. En todos ellos, pues, encontraremos un regusto tradicionalista que, en el caso de Bécquer, es muy evidente (ideología política, escenario literario de sus Leyendas, etc...), y que parece contradecirse con la modernidad que suponen sus actitudes literarias.

Para algún crítico -como Hugo Friederich-, en el caso de Bécquer, esta tensión entre tradicionalismo y modernidad es, en sí misma, un rasgo moderno.

Centrándonos en los movimientos literarios del s. XIX, también encontramos en Bécquer una cierta oposición tanto al Romanticismo, como al Realismo. La oposición de Bécquer al Romanticismo, con el que tiene algunos puntos de contacto evidente, se ciñe a una crítica de la grandilocuencia y ampulosidad, así como de ese escepticismo tan propio del hombre romántico, hecho que se comprenderá mejor si tenemos en cuenta la sincera religiosidad del poeta sevillano.

La oposición al Realismo puede basarse en los mismos puntos en que se basaba la crítica al progreso, al ser el Realismo el movimiento artístico que recoge la mayoría de los presupuestos de la Revolución Industrial. La crítica se centrará en dos puntos básicos: la negación de la individualidad y el sometimiento a la razón burguesa. Hemos de tener en cuenta como estos poetas "modernos" se colocaban a sí mismos en la marginalidad, apartados de las formas de vida burguesa dominantes en la segunda mitad del XIX.


2.La armonía del Cosmos. Naturaleza, Amor, Dios.-

Para Bécquer y los demás autores "modernos", el Cosmos es un todo perfectamente ordenado y regido por el Amor, que viene a ser una potencia unificadora, una especie de magnetismo universal.

López Estrada relaciona estas ideas becquerianas de la armonía universal con la tradición platónica española (con el sevillano Fernando de Herrera a la cabeza). Pero no es un concepto que aparezca solamente en la obra de Bécquer, sino que también aparece en otros autores europeos del XIX que preparan la llegada de lo que será la poesía moderna. En Novalis, Hölderlin y Poe, encontramos ya la preocupación por la interrelación de todas las cosas del Universo, siendo el Amor la potencia armónica a través de la cual es posible lograr la total espiritualización.

Teófilo Gautier hablará de la simpatía que se produce entre las cosas y los seres, atracción que también explica por la acción del Amor. Para el autor francés, el genio creador es algo misterioso que permite el acceso a una Belleza superior.
En la concepción de Baudalaire, los objetos son manifestaciones de una
idea única y superior de la que son símbolos. En este caso, el poeta es un
vidente capaz de precisar el sentido del simbolismo universal. Esta misma concepción encontramos en Bécquer, sólo que para el sevillano esa armonía es un camino que lleva directamente hasta Dios, la Primera Causa de todas las cosas.
Mallarmé, sin embargo, convierte el Absoluto en la Nada, en el caos. Por esa razón su obra es una confusión que busca la musicalidad total de una forma, incluso, extraña a la lengua.

Una manifestación más de ese platonismo puede ser el concepto de integración de las artes, que no es sino la traslación de la armonía universal al nivel estético. La aspiración a un arte total será iniciada por estos autores, aunque tenga una larga tradición en la historia de la cultura y se proyecte hacia su total realización en las Vanguardias del s. XX.


3.El mundo interior.-

Para Jorge Guillén, Bécquer es el primer autor en abrir en España el camino del sueño, aunque no llega a adentrarse en él, sino que se queda en los umbrales. Esta potenciación del sueño viene dada por el propio concepto de la poesía como algo misterioso. En este sentido, el sueño representa el papel de instrumento que permite al poeta bucear por los entresijos de un mundo confuso y caótico.
En la potenciación del sueño también coincidirá Bécquer con bastantes autores, entre los que destaca Hölderlin, el poeta de la locura por excelencia.
También se pueden establecer conexiones entre Bécquer y Baudalaire, para quien el sueño es un estímulo para que prevalezca esa realidad artificial que le interesa mucho más que la realidad natural. Esta concepción conduce directamente a la poesía como acto artificial.

Sueño y fantasía son en Baudalaire, como en Bécquer, elementos destructores de la realidad visible, y la destrucción es, quizás, el principio fundamental del arte moderno.

El concepto que Mallarmé tiene del mundo interior es totalmente confuso y caótico. Ese mundo sólo puede ser observado a través del poema-cristal, que posibilitará al poeta para ver el Caos, pero le impedirá adentrarse en él. Si el poeta quisiese entrar en la confusión interior tendría que cortar la comunicación, callarse.
El hecho de que en Mallarmé el mundo interior sea caótico implica que el poema, al intentar representar ese mundo de imágenes y sensaciones, sea también confuso, ininteligible. En Bécquer, sin embargo, pese a que también nos describe el mundo interior como algo desordenado, hay un intento de representarlo de forma inteligible, hay un esfuerzo de comunicación, de sugerencia del estado poético. Así pues, encontramos en Bécquer una síntesis de la poesía-comunicación y de la poesía-expresión, síntesis que no se produce en autores como Mallarmé, que conduce su obra hacia el total hermetismo.


2.4.La despersonalización.-

Es en este aspecto, así como en el del formalismo, donde el comienzo de la modernidad poética nos resulta más evidente, ya que supone una ruptura total con la concepción romántica de la literatura basada en la identidad casi absoluta entre vida y poesía.

En Bécquer, como ya vimos, la ruptura es clara y contundente al separar la experiencia vital de la experiencia poética o momento en el que se escribe el poema. Esta separación lleva a la consideración de la actividad creadora como un hecho artificial, de manera que el poema resulta ser un esfuerzo de laboratorio para pasar las imágenes del mundo interior al papel. Esta separación entre experiencias distintas implica una triple gradación:

POESIA: realidad independiente del poeta que se encuentra en el mundo, en la naturaleza, en el amor, etc...

LO POETICO: peculiar estado del alma del poeta en el que se almacenan imágenes, sensaciones e impresiones.

POEMA: resultado de la traslación al papel de un peculiar estado poético.

En las ideas poéticas de Poe también se establece una separación entre la excitación del corazón y la excitación del alma, siendo ésta última la verdaderamente poética.
Baudalaire se ocupa de forma teórica de la despersonalización, pero en su obra poética aparece constantemente el YO, aunque no es un YO-REAL, sino el YO-POETA.
Es Mallarmé quien nos lleva a la despersonalización extrema, abogando por la eliminación de todo aquello que pueda revelar alguna nota sobre el autor. Para Mallarmé, si el arte es pura forma, el artista debe ser un operador o un investigador, un combinador de esas formas. Esta concepción del artista es la misma que encontraremos en los movimientos de vanguardia del s. XX. La despersonalización extrema que encontramos en Mallarmé nos llevará al hermetismo más desaforado, a la total incomunicación referencial. Por esta razón debemos considerar a Mallarmé como el iniciador de las Vanguardias.

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